San Francisco, por Rolando Lazarte

Esta mañana pensaba en San Francisco. Los pajaritos cantaban y yo acompañaba su canto. Parecía que el tiempo se había detenido. En algún lugar estás tú, padre Francisco.

Hijo de Bernardone. Hermano Ovejuela. ¿Qué podría decir de ti, padre Francisco?

¿Qué, que no haya ya sido dicho? Los jóvenes franciscanos en retiro en el Sitio São José. El padre Comblin. Alder Julio. María. Papá. Vivir el presente. Mamá.

O todo es sagrado o nada es. Respiré hondo. Terminamos el desayuno. Llovía.

Hay libros que nos callan. Hay seres que nos silencian. ¿Qué podría decir de ti, padre Francisco? Las florecillas, que conocí por mi padre. La porciúncula, que conocí en Asís. Nada que dijera, diría algo de ti. Solo los pájaros. Solo la lluvia, que amaste con ternura, andando con el hermano León por los caminos de Umbría. Y la hermana Clara. Celano. Capello. Espejo de perfección. Las llagas. El monte Alverna. Tu madre, Francesco. Mamina. Todo volvía. Era el domingo 15 de febrero de 2009.

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