24 de marzo, por Rolando Lazarte

Como todos los días, esa mañana se levantó a las tres. La sensación de estar vivo. Respiró y sintió el aire fresco entrar en los pulmones. Llovía. Era el 21 de marzo. Faltaban tres días para aquél recuerdo que no quería tener, que no podía dejar de tener. Las memorias se agolpaban. 24 de marzo de 1976. Era como una avalancha de recuerdos que no podía ni quería detener. Los cuerpos cayendo en el patio de la casa. Los bandidos entrando. La gente que lo recibiera, tantos años atrás, más de tres décadas, pensó. Tanta gente buena, que le dio trabajo, que lo escuchaba, que hacían bromas. Brasil se levantaba y Argentina se hundía. Era el año de 1977. Habías llegado un ocho de diciembre, atravesando la frontera de Uruguayana. Muchos llegarían de distintos modos, por esos días. El primer trabajo, la primera cerveza, el carnaval, la escuela de sociología y política en São Paulo. Era mucha memoria. Mamá recordando, en llanto, el miedo de que tu hermano desapareciera en Buenos Aires. La llamada a tu otro hermano, que lo obligó a salir del país también. Los exilados. Veía la cara uno a uno, de todos ellos. La fiesta en la casa de la arquitecta tucumana cuyo hermano estuviera en un campo de concentración. Campo de concentración. ¿Eso no era en Alemania? Las noticias en el diario. Betty. Patricia. Susana. Nada de nombres propios. Susana. La casa de la estudiante universitaria. El padre Mario Miotto. El DOPS. Arturo. Leo. Blanca. Verónica. El señor Julio. Mariângela. La feirinha en la Herculano de Freitas. El Piolín y la Hilacha. El señor Joaquín. Ipiranga. Niteroi. Hugo Scholnick. Blanca. Irene. Guillermo. IUPERJ. Nada de nombres. Dom Fragoso. 1977. Puente del Inca. La montaña. Mamá. 1977. Ocho de octubre, la jura de la bandera en el cerro de la gloria. Soldado, conmigo. ¿Juráis a la patria seguir constanemente su bandera y defenderla hasta perder la vida? ¡Sí, juro! Veías un sol en el cielo. Las escalinatas hasta el cóndor de bronce subían como queriendo llegar más allá. Años después vendrías con María, con Sedi Hirano, con tus chicos, Leo, Naty, Carol, el Toty. Cuánto tiempo había pasado! Pasaba y no pasaba. Ese día, como todos os días, se levantó temprano y respiró hondo. Llovía. Sintió el aire fresco entrarle en los pulmones. ¡Sí, juro!

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